(*) Por Roberto Colmenarejo
El jueves asistimos a una cena que organizó la centenaria Bodega López en el novel Restaurante Artemio (a días de su inauguración oficial).
El evento contó con la presencia de Don Miguel Brascó, pluma inspirada y decano de los periodistas gastronómicos vernáculos (además del “demonio” del vino argentino, según sus propia autodefinición y en directa alusión -mediante un juego de palabras- a su atuendo característico).
El grupo de invitados fue bastante heterogéneo, incluyendo periodistas, dibujantes y profesionales del medio gastronómico (la gran mayoría amigos personales de Brascó)
El evento fue la excusa para presentar las nuevas cosechas de la bodega mendocina, bien maridadas con algunas especialidades culinarias de la casa anfitriona (muy buena la carne, de gran terneza y en adecuado punto de cocción).
La velada se desarrollo en un ambiente sumamente relajado, con las habituales historias y humoradas de Brascó (que arrancaron carcajadas en varias oportunidades) más algunas breves notas técnicas sobre los vinos a cargo del sommelier de la bodega.
Fue un acontecimiento social interesante, una ocasión propicia para disfrutar -en primicia- de una novedosa propuesta gastronómica para la zona norte, además de degustar el noble clasicismo de los vinos de la tradicional bodega argentina.
(*) Sommelier y docente – [email protected]