Te contamos el Wine Tour de Las Perdices

Por Roberto Colmenarejo (*)

El jueves estuvimos en el Wine Tour del Hotel Sheraton junto a la bodega Las Perdices.

Luego de un par de meses sin hacer reseña de estos eventos -debido a que me tocó conducirlos para otras bodegas, así que no podía ser “juez y parte” del mismo- vuelvo para contarles todo lo que pasó con esta joven bodega mendocina que nos presentó dos novedades sumamente interesantes, junto a algunas de sus mejores etiquetas clásicas.

La recepción comenzó pasadas las 21, con unos aperitivos en forma de “variedad de canapés y delicatesen del chef”, donde se lucieron el ceviche de salmón al eneldo y los blinis con queso crema y camarones. Asociado a estos bocadillos se sirvió Las Perdices Extra Brut ($55), un espumoso fresco y ligero que acompañó discretamente y “preparó el camino” para los grandes vinos que vendrían luego.

Luego de la recepción, pasamos a las mesas dispuestos a regocijarnos con los creativos platos del chef Luis Salguero y su equipo. Como siempre, la selección de panes caseros fue una incitación difícil de evitar, así que los probamos inmediatamente.

Ya cómodamente sentados, arrancamos con el primer tiempo que fue un “pulpito baby a la española”, una variación del tradicional plato ibérico -con perfumes algo menos intensos y de sabor apenas agridulce- servido sobre una compresión de papines andinos. Para acompañar este paso del menú se presentó el nuevo Las Perdices Albariño Reserva 2011 ($80). Este vino es el primero de su tipo en Argentina elaborado con la tradicional uva gallega. Es un blanco de evidente complejidad aromática (frutas de carozo, flores blancas, miel, herbáceo suave), acompañado de una boca sabrosa, plena y de frescura sostenida -por su buena acidez-. El packaging merece un comentario aparte, con su botella estilizada y su sobria etiqueta, que le suma aún más atractivo al producto. La combinación plato-vino fue muy atinada y me hizo sentir algo de “morriña” (palabra gallega que implica añoranza o nostalgia) de mi estadía en España hace algunos años.  

La cena continuó con un “confit de conejo y vegetales”, un plato de sabores suaves,  con la delicada carne del conejo servida en un cono de hojaldre liviano y las verduras apenas salteadas.  Para escoltar este segundo paso se sirvió otra primicia, Las Perdices Reserva Cabernet Sauvignon 2010 ($80). Un tinto de perfil moderno y color intenso; con aromas de frutas confitadas y especias (más algunas notas de caramelo y vainilla). En la boca entra algo goloso -quizás demasiado para mi gusto-, tiene cuerpo medio, taninos moderados y persistencia corta. Creo que este maridaje fue el menos acertado, pues la potencia del vino no permitió que se lucieran los sutiles matices de la comida.

El tercer tiempo fue una “pasta casera, cordero en dos texturas y salsa de setas”, un plato contundente, con acertada sazón y la carne del cordero en un excelente punto de cocción ¡Notable preparación! Para este plato de sabores rotundos se eligió un vino acorde -el ícono de la bodega- Las Perdices Reserva Don Juan 2009 ($130). Este vino es un blend de amplia base malbec, con pequeños porcentajes de syrah, bonarda y merlot. Su nariz es sugerente y compleja, con aromas que van desde las frutas rojas maduras a las especias, pasando por algunos trazos balsámicos y de buena madera. La entrada en boca es seca, con buen volumen, taninos algo apretados -por su incipiente juventud- y una  persistencia prolongada. Un gran vino, con una larga vida por delante. Aquí el maridaje funcionó de maravillas, pues las intensidades del plato y del vino se acompañaron sin superponerse ¡Riquísimo!

Finalmente, el postre fue un “semifredo de canela con shortbread de almendras”. Un postre cremoso pero sin empalagos, digno colofón para una gran comida. Aquí se sirvió un clásico de la bodega, el Las Perdices Viognier Tardío 2010 ($65); un blanco moderadamente aromático -damascos, flores- y de acidez vivaz, que hizo un agradable contrapunto con la dulzura del postre y refrescó la boca luego de tantas exquisiteces.      

La cena culminó con los tradicionales sorteos y bromas de Nicolás Costantini (Gerente de Alimentos & Bebidas del hotel), quien además nos adelantó la fecha del evento del próximo mes (aunque se hizo el misterioso y no nos quiso contar la bodega).

Entre café, petit fours y animada charla de camaredería, la reunión se estiró hasta casi la una y media de la madrugada. Allí nos fuimos con el placer de haber degustado grandes vinos argentinos, en compañía de buena comida y mejores amigos. ¡Esperamos que este mes pase volando, para volver a reunirnos en septiembre en otro nuevo Wine Tour

(*) Sommelier y docente.

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