Por Yeny Ortega Benavides (*)
Tilia es la línea de vinos orgánicos desarrollada por la prestigiosa bodega Catena Zapata. Toma su nombre del árbol de Tilo en latín. Esta especie, de la familia de las tiláceas crece en los cascos de los viñedos de Mendoza y es conocida por sus propiedades relajantes.
No es el primer vino orgánico de la bodega. Hace unos años habían explorado este mundo con un Saint Felicient Malbec. “Es la primera experiencia como línea en donde tenemos varios varietales”, dice a Circuito Gastronómico Leopold Kuschnaroff, enólogo de Catena Zapata.
El camino comenzó hace varios años atrás cuando la bodega comenzó a poner foco en la sostenibilidad y la sustentabilidad. “Buscando hacer vinos más sustentables, empezamos a hacer algunos cambios en la forma del cultivo de la vid”, relata Leopold.
“Continuando con esa línea, decidimos dar un paso más allá, porque el pilar fundamental de la sustentabilidad termina siendo el cuidado del ambiente, del suelo y de la tierra donde se cultivan los viñedos”, añade.
Este cambio de paradigma implicó la transformación de varios de sus viñedos. Una vez que empezaron con la producción de uvas orgánicas, decidieron virar hacia la elaboración de vinos de forma orgánica.
“Queremos hacer vinos por muchos años más. Nos motivó la idea de que tenemos un solo planeta y, para ello, tenemos que cuidarlo”, reflexiona Leopold.
Vinos orgánicos
Los vinos orgánicos son aquellos provenientes de viñedos en los que no se usaron productos artificiales como herbicidas, pesticidas o fertilizantes sintéticos, sino métodos naturales que preservan la tierra y el medio ambiente. Deben estar certificados y esta certificación se encuentra, generalmente, en la contraetiqueta.
“Lograr una certificación orgánica requiere mucho trabajo e implica abocarse en distintas áreas del viñedo”, reconoce el enólogo.
No obstante, destaca: “Las condiciones agroecológicas de la Argentina son muy propicias. Tenemos un terruño donde no abundan las plagas y las enfermedades, y nuestros climas son más bien secos, lo cual nos exime de problemas como hongos”.
Sin embargo, el enfoque más importante está dado por el manejo del suelo. “En Mendoza, donde tenemos nuestros viñedos, los suelos son poco fértiles. El desafío más importante, desde el punto de vista orgánico, fue encontrar la forma de trabajarlo para mejorar su calidad y estructura, manteniendo la fertilidad”, explica Leopold.
Este nuevo enfoque contempla cambios culturales, un trabajo con cultivos de servicio (sembrar especies que le dan al suelo estructura y fertilidad, como es el caso de las leguminosas), uso de abonos y compostajes de especies nativas como la cabra, y reutilización de orujos y pieles excedentes de la fermentación del vino, entre otros.
El manejo del agua también es sumamente importante. “En Mendoza, las fuentes de agua que tenemos son principalmente dos: los pozos y el riego superficial. En ambos casos la calidad del agua está muy cuidada”, destaca Leopold.
Uno de los pilares fundamentales de lo orgánico es cuidar el recurso. “Hubo que hacer un cambio de manejo de los sistemas de riego convencionales donde se perdía mucha agua, a sistemas más modernos, como riego por goteo, donde se cuida al máximo el recurso”, explica. A eso se suma un exhaustivo trabajo en la comunidad y el entorno.
Zonas de amortiguación
La zona buffer, también conocida como zona de amortiguación, está pensada como la superficie adyacente a determinadas áreas de protección que, por su naturaleza y ubicación, requieren un tratamiento especial para garantizar la conservación del espacio protegido.
“En el caso de que algún vecino tenga un cultivo tradicional, tenemos que garantizar que no haya, accidentalmente, una deriva de algún producto. ¿Cómo lo hacemos? Trabajando y controlando los cuarteles del perímetro del viñedo. En algunos casos tenemos la suerte de que nuestro único vecino es el monte con el que convivimos, lo cual forma una barrera natural para amortiguar”, detalla Leopold.
Los vinos
La línea de vinos orgánicos de Catena Zapata está compuesta actualmente por dos vinos blancos: Chenin Blanc y Chardonnay, y dos tintos: Cabernet Sauvignon y Malbec. “Estamos pensando a futuro en sumar algún otro vino”, anticipa el enólogo.
Se trata de vinos que buscan expresar el potencial de la variedad en cada una de las etiquetas. Cada una de las variedades se centra en el perfil frutal, sin perder complejidad, cuerpo y versatilidad.
El Malbec de Tilia
El Malbec de Tilia es un vino de color profundo y concentrado, con un tono rojo violáceo intenso en el centro y matices violetas en los bordes. Se percibe una rica variedad de aromas que representan su origen.
Los primeros aromas que emergen son de frutas negras maduras, como moras y ciruelas, seguidos de notas de frutos rojos más frescos, como frambuesas y cerezas. Además, se pueden percibir matices a vainilla aportados por la crianza en roble.
La primera impresión en boca es su amplitud y suavidad. Los taninos son aterciopelados y bien estructurados, lo que proporciona una textura elegante y sedosa. Aparecen notas de frutas negras, junto con toques de chocolate y café tostado.
El final de este Malbec es largo y persistente, creando un cierre complejo y gratificante. Marida de manera excepcional con carnes rojas a la parrilla o estofados. Además, su estructura y carácter lo hacen una excelente elección para acompañar quesos maduros y embutidos.
Tilia Malbec es uno de los productos de La Gurmet, la caja de Circuito Gastronómico que incluye una cuidada selección de delicatessen.
En la provincia de Córdoba, Pemale S.A es el representante exclusivo de Bodega Catena Zapata.
(*) Periodista gastronómica
¡Si te gustó esta data, compartila con tus amigos!
