Una publicidad histórica de la caña Legui remataba preguntando: “¿Por qué le habrán puesto caballos?” (a la etiqueta de la botella). Con una feta perfumada de mortadela en la mano, nos preguntamos con la misma entonación: ¿por qué le habrán puesto pistachos?
Consultamos a los especialistas de Grassetto, la fábrica de Cañuelas que produce una de las mejores mortadelas con pistachos del país y sacamos algunas cosas en claro. Acompañanos a descubrirlas.
Textura, sabor y algo más
“La idea de ponerle pistachos a la mortadela nace en Italia y la magia que la aporta se ve en diferentes beneficios, tanto en sabor como en presentación”, afirma Ignacio Calderini, gerente de Marketing de Grassetto, antes de hacer una enumeración pormenorizada.
Las razones que justifican la presencia de estas perlas verdes, según nuestro experto, son:
- Textura: agrega un contraste agradable, combinando la suavidad de la mortadela con el toque crujiente del pistacho.
- Sabor: contribuye con un matiz ligeramente dulce y terroso, que complementa y equilibra la grasa de la mortadela.
- Aroma: potencia el perfil aromático del embutido, añadiendo notas más frescas y naturales.
- Valor estético: los pistachos proporcionan un toque visual distintivo con su color verde, haciendo que la mortadela luzca más atractiva y sofisticada.
Vale decir además, que el pistacho se ha convertido en un ingrediente preciado y que marca tendencia en la gastronomía mundial.
De esta manera, el glamour del pistacho terminó de convertir a la Cenicienta de los fiambres en un carruaje de hadas. Pero este agregado no es suficiente: hizo falta elevar el resto de los ingredientes y mejorar su proceso de producción.
¿Cómo se fabrica?
Para obtener una mortadela premium hay que partir de materias primas seleccionadas. Los ingredientes pueden variar según la receta y el fabricante pero se distinguen los que utilizan cortes de carne puros y seleccionados.
En el caso de Grassetto, por ejemplo, la mortadela está compuesta por carne de cerdo seleccionada y condimentos. Se realiza una emulsión de carne de cerdo que se combina con tocino en una embutidora, logrando una textura uniforme.
Otra clave consiste en su cocción lenta: la mezcla se somete a una cocción a 72°C, lo que asegura su correcta cocción sin perder suavidad. Luego, se enfría a 5°C para estabilizar el producto antes de ser empacado en cajas.
Tanto la mortadela como el jamón cocido de Grassetto son aptos para celíacos.
No sólo con francés o picadas
Aunque la presencia de mortadela marca diferencia por la personalidad de su sabor en cualquier picada y un sándwich de mortadela y queso feteado entre tapas crujientes de pan francés es un clásico inoxidable, la versatilidad de este fiambre le han permitido ampliar sus horizontes.
Hoy en día, es un ingrediente que sorprende en recetas de todo tipo: desde innovadoras preparaciones de pastas hasta croquetas y pizzas. Incluso, algunos chefs experimentan asándola o salteándola en guisos y revueltos, aprovechando su versatilidad y su textura cremosa para darle un giro moderno a este embutido tradicional.
Probala en ensaladas o combinada con queso brie, camembert o azul y descubrí nuevos contrastes y posibilidades.
Para finalizar, si el locutor del anuncio de Legui nos preguntara: ¿le habrán puesto caballos? Deberemos aclarar rotundamente que no. Esa presunción es un mito, basado en el sabor dulzón de la mortadela. Aunque existen versiones de que en algún momento efectivamente se utilizaron carnes equinas para su elaboración en algunos países de Europa, hoy es un posibilidad prácticamente desterrada de la industria de chacinados a nivel mundial.
En la caja La Gurmet
Los fiambres premium de Grassetto fueron parte de las últimas cajas La Gurmet. En septiembre incluimos el jamón cocido y en octubre la mortadela con pistachos.
Buscá la marca en tiendas de delicatessen o las mejores fiambrerías para degustar sabores delicados y productos de calidad garantizada.
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