(*) Por Roberto Colmenarejo
El pasado jueves 16 de mayo estuvimos nuevamente en el Wine Tour del Hotel Sheraton. En esta oportunidad, la bodega invitada fue Finca Sophenia, un joven proyecto vitivinícola ubicado en Valle de Uco (Mendoza) que se presentó por primera vez en este evento y ofreció varios productos de sus gamas medias y altas. Acompañando este debut estuvo Franz Provost, jefe de ventas de la bodega.El Wine Tour sigue siendo uno de los eventos más convocantes del vino en Córdoba, reuniendo a más de cien enófilos todos los meses desde hace ya más de una década, para disfrutar de la buena mesa, los buenos vinos y los buenos amigos.
La recepción comenzó puntualmente a las 21,30 horas. Apenas ingresamos al salón nos recibieron con unos aperitivos en forma de “selección de hors d`oeuvres”, todos muy creativos y sabrosos (muy delicada la crema de papa y puerro, así como los rollos de zucchini tibios con crema de panceta). Para acompañar estos bocadillos se sirvió el Sophenia Brut Nature ($75), un espumoso muy agradable, fresco y con paso de boca sumamente amable, elaborado por el método charmat con uvas semillón y chardonnay. Este vino burbujeante armonizó bien con los appetizer, prologando una gran noche.
Al sentarnos nos esperaba un platito de panes caseros al que no pudimos resistirnos, a pesar de que el protocolo diga que este no debe comerse hasta empezar con la cena.
Ya en la mesa, el primer tiempo fueron unos “tiraditos de salmón y langostinos servidos con crema de palta y crocante de tubérculos”. Un plato ligero y refrescante, que fue escoltado con el Finca Sophenia Reserva Chardonnay 2012 ($88). El vino es un atractivo blanco -parcialmente fermentado en barricas de roble-; de aromas frutales nítidos (damascos, duraznos), melosos y avainillados. En la boca es ágil y fluido, con buena acidez y un leve amargor final -que no llega a desmerecer el conjunto-. Si bien la combinación fue placentera, me parece que la intensidad del vino “tapó” un poco los sutiles sabores del plato servido.
La cena continuó con una “bondiola de cerdo marinada sobre pan de campo, pasta de tomates asados y queso pepato”. Una preparación gustosa y original, presentada con el Finca Sophenia Reserva Merlot 2009 ($88). Este vino es a mi humilde entender uno de los productos más destacados de la bodega, sobre todo por su excelente relación precio-calidad. Un tinto verdaderamente seductor en nariz, con aromas de frutas rojas ácidas, trazos herbáceos y suaves notas de crianza en delicada armonía. En la boca tiene una entrada sabrosa, bien seca, de paso firme, taninos pulidos y larga persistencia. Aquí el maridaje funcionó a la perfección, pues los sabores moderados del cerdo y la pasta de tomates fueron acompañados respetuosamente por el delicado vino. ¡Delicioso!
El plato de fondo fue un “lomo lardeado con cake de cebollas moradas, croquetas de papa y almendras con aromas de cabra, servido sobre espejo de malbec”. Un plato contundente, de sabores clásicos y reconocibles; que fue servido junto al Sophenia Synthesis Malbec 2010 ($200). Este producto es uno de los íconos de la bodega, así como un gran exponente de la variedad Malbec cultivada en el terruño de Gualtallary (Valle de Uco). En nariz explotan los aromas de crianza (torrefacción, tabaco, vainilla), que están aún algo presentes por la juventud del producto; al airearlo un poco en la copa aparecen notas de frutas rojas y negras maduras, balsámicas (anís) y minerales (grafito). En la boca tiene una entrada amable -a pesar de la potencia-, de sabores plenos, acidez vivaz -típica de los vinos de zonas frías-, taninos firmes y una persistencia prolongada. Nuevamente el maridaje fue notable, pues el lomo y sus acompañamientos ofrecían sabores rotundos que el intenso vino supo acompañar adecuadamente. ¡Exquisito!
Finalmente, el postre fue un “domo cremoso de coco y chocolate en salsa de mango”. Una dulzura delicada, con buena armonía entre el chocolate y las frutas; digno colofón para una gran cena. Se sirvió junto al Altosur Malbec Rosé 2012 ($60); un rosado seco, fresco y muy bebible, que lamentablemente quedó eclipsado por la dulzura del postre.
El evento terminó como siempre con buen café y petit fours de chocolate, un ratito de distendida sobremesa y los tradicionales sorteos y premios. Pasada la medianoche dejamos el hotel para descansar; pues al otro día había que trabajar muy temprano.
¡Hasta el próximo Wine Tour, nos veremos el 27 de junio!
(*)Sommelier y docente – [email protected]