Así se vivió el Wine Tour con Laborum

(*) Por Roberto Colmenarejo

El pasado jueves 15 de agosto estuvimos disfrutando del Wine Tour del Hotel Sheraton. En esa oportunidad, la bodega invitada fue El Porvenir de Cafayate, que a través de su enólogo Mariano Quiroga Adamo presentó algunas primicias y las nuevas añadas  de sus productos más emblemáticos 

El Wine Tour es un verdadero evento social en Córdoba, donde se reúnen más de cien enófilos todos los meses -desde hace ya varios años- para disfrutar de la buena mesa, los buenos vinos y los buenos amigos (que más se puede pedir, ¿no?).

La recepción comenzó apenas ingresamos al salón, con unos aperitivos en forma de “mini delicatessen”; todos muy creativas y sabrosas (riquísimos los paquetitos de masa philo y hongos, así como los esponjosos blinis de remolacha con salmón ahumado). Para acompañar estos bocadillos se sirvió el Laborum Rosado de Malbec 2012 ($65), un sabroso vino salteño, pleno de sensaciones frutales y frescura. Este vino acompañó  bien los appetizer, pues a pesar de su intensidad respetó el sabor de los alimentos.

Al sentarnos, luego de una recepción algo dilatada, nos esperaba un platito de panes caseros al que no pudimos resistirnos a pesar de que el protocolo diga que este no debe comerse hasta empezar con la cena.

Ya en la mesa, el primer tiempo fue un “pulpo a la chapa con su gelatina y espuma de puerros con su ceniza”, un plato curioso y extremadamente ligero. Fue servido con el Laborum  Chardonnay 2012 ($120); un blanco salteño con aromas de buena tipicidad varietal (duraznos, damascos blancos, miel, vainilla), con entrada en boca amable y gustosa, pero algo “plana” por su falta de nervio (acidez). Si bien la combinación fue agradable, me parece que el vino “tapó” un poco los sutiles sabores del plato servido.  

La cena continuó con un “napoleón de hongos y berenjenas con estofado de codorniz”; un plato original, sabroso y bien sazonado, con agradables matices picantes.  Aquí se sirvió el novedoso Amauta IV Innovación 2012 ($85), un tri-varietal tinto de perfil joven y brioso, típico de los vinos que se elaboran en los Valles Calchaquíes. Muestra en nariz notas frutales confitadas, balsámicas (mentolado, eucaliptus), terrosas y de crianza en roble (vainilla, cacao); al llevarlo a la boca es potente y seco, con paso lleno y taninos apenas rugosos. La armonía plato-vino fue realmente acertada aquí, pues ambos compartían sabores intensos y definidos.     

El tercer tiempo fue una “composición de cerdo ahumado y braceado, acompañado de salsa babacoa, tortilla de batatas y cebollas asadas”; un plato contundente, con la carne de cerdo tierna y en un excelente punto, más una salsa barbacoa suave y liviana. Se ofreció aquí el Laborum SV Finca Rio Seco Tannat 2011 ($130), un gran tinto que combina el vigor y la enjundia del terruño salteño, con la hábil mano del enólogo en la crianza en roble, para obtener un vino elegante y representativo. Tiene aromas frutales maduras, especiadas y algo empireumáticas (tostado, humo); que luego dan paso a una boca sabrosa, recia, seca y con taninos firmes que sostienen una larga persistencia. Aquí el maridaje funcionó a la perfección, pues los sabores nítidos, impetuosos y levemente ahumados del plato se combinaron con sensaciones similares en el vino. ¡Exquisito!

Finalmente, el postre fue una “textura de quinotos, queso de cabra y crocante de algarroba”, combinación creativa y contrastante, por la personalidad del queso caprino. En este último paso se acompañó con el  Laborum Torrontés de Otoño 2011 ($85). Un blanco cosecha tardía -de partida limitada- con una seductora nariz de matices florales, de uvas frescas, cascara de pomelo, miel y frutas tropicales (maracuyá, mango). En la boca tiene entrada amable, repite sensaciones frutales, con un dulzor moderado y la acidez justa; para redondear un vino goloso, suave y algo “blando”. Si bien el postre  estaba muy rico para mi gusto (me gustan los contrapuntos dulces-picantes), me parece que la fuerte impronta del queso caprino maduro “opacó” las diáfanas sensaciones aromáticas y sápidas que el vino ofrecía.  

La cena culminó con los tradicionales sorteos y bromas de Nicolás Costantini (Director de Alimentos & Bebidas del hotel), quien además nos adelantó la fecha del evento del próximo mes.

Entre café, petit fours y animada charla de camaradería, la reunión se estiró hasta casi la una y media de la madrugada. Allí nos retiramos, satisfechos de la experiencia vivida.

¡Hasta el próximo Wine Tour, nos veremos en septiembre!  

(*)Sommelier y docente – [email protected]

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