(*) Por Roberto Colmenarejo
El Diccionario de la Real Academia Española reconoce el uso del adjetivo “tapado” en Sudamérica para referirse a una cosa, animal o persona que tiene muy buenas condiciones o habilidades para algo, aunque sin aparentarlo. El término fue acuñado en la jerga “burrera” (carreras de caballos), aunque hoy su uso se ha extendido a muchos otros ámbitos. En el mundo del vino también existen los “tapados”: son esos productos poco conocidos, de nuevas zonas, elaborados en lotes reducidos, provenientes de emprendimientos familiares -o a veces de grandes bodegas- que llegan al mercado casi sin presupuesto de marketing o publicidad y aún con todo ello ofrecen vinos de notable calidad.
Si aceptan mis recomendaciones, aquí tienen cinco grandes “tapados” del vino argentino:
Bad Brothers ToVio Blend 2016 ($180): Un vino norteño original y de pequeña edición (6000 botellas), que en breve hará su desembarco en Córdoba. Fue producido en el novel proyecto enológico “Bad Brothers Wines”, liderado por el joven agrónomo Agustín Lanús. Es un típico Torrontés de Cafayate, “cortado” con un pequeño porcentaje de Viognier de Tolombón -que atenúa la personalidad arrolladora de la primera variedad, haciéndolo ideal para quienes no gustan de los blancos excesivamente fragantes-. Propone una nariz sobria, con sutiles fragancias florales -jazmines, rosas blancas-, frutales -uvas frescas, cítricos- y algo herbales. En boca tiene entrada seca pero afrutada, exhibe un cuerpo medio y paso untuoso, con correcta acidez y permanencia moderada. Lo recomiendo con empanadas salteñas apenas picantes. ¡Para encargar unas botellas a ese amigo que viaja al Noroeste!
Humberto Canale Old Vines Semillón 2016 ($252): Segunda añada de este soberbio vino rionegrino, prácticamente desconocido por aquí. Son apenas 3500 botellas de un Semillón vinificado por la centenaria bodega Humberto Canale, con racimos provenientes de una de sus fincas más antiguas (Finca Milagros, implantada en 1942). Regala una nariz elegante y seductora, con recuerdos de frutas de pepita -peras, manzanas-, miel y té negro. Al llevarlo a la boca es gustoso y seco, aunque de nítido regusto meloso; tiene cuerpo medio y paso fluido, con fresca acidez y persistencia media. Me parece un blanco bien “gastronómico”, ideal para acompañar carnes blancas (pescados, pollo). Sin dudas una buena compra, tanto para beber ahora como para almacenar un par de años -el Semillón es un cepaje que suele envejecer muy bien, si se lo conserva en condiciones adecuadas-. ¡Vinazo patagónico!
Banda de los Tres Sucios El Tramposo Cabernet Franc 2014 ($335): Con un nombre bastante curioso -y una etiqueta de estilo “vintage”, inspirada en la Ley Seca americana-, la bodega mendocina Vicentín presenta este tinto 100% Cabernet Franc. El mote de “sucios” remite a una cosecha difícil -como fue la 2014 en Valle de Uco-, donde no se sabía realmente como evolucionarían los vinos. Al final, con importantes cuidados y 16 meses de crianza en barricas francesas, la enóloga Carola Tizio -y su equipo- lograron este producto de rigurosa tipicidad varietal y perfil algo salvaje. Ostenta una paleta aromática de mediana complejidad y notable frescura, donde predominan los tonos balsámicos -menta, regaliz-, especiados -clavo-, terrosos y tostados/ahumados (aportados por el roble). Al probarlo se lo descubre estructurado, sabroso y maduro; pleno de sensaciones mentoladas, con balanceada acidez, taninos firmes y grato final de boca. Un tinto “que pide carne asada” a su lado.
Mugrón 2013 ($420): Un proyecto quizás inédito en la industria vitivinícola nacional. Un vino hecho “a puro corazón” -y de manera colaborativa- por cinco enólogos completamente enamorados de los Valles Calchaquíes. Rafael Domingo (Domingo Hermanos), Claudio Maza (El Esteco), Alejandro Nesman (Piattelli Vineyards), Mariano Quiroga Adamo y Francisco “Paco” Puga (El Porvenir) aportaron su tiempo, sus ganas -y lo más importante, 500 litros de su mejor vino- para armar este corte tinto de neta impronta norteña. Se trata de un ensamblaje compuesto por 60% Malbec, 20% de Tannat y 20% de Caberent Franc; todos vinificados por separado y añejados brevemente en roble. Solamente 3300 botellas de un vino que rezuma amistad, profesionalismo y orgullo por la tierra donde se vive y trabaja. El vino se despacha con una nariz expresiva y bastante compleja, donde se intercalan aromas de especias -pimentón ahumado-, frutas maduras -higos, pasas-, balsámicos -anís, regaliz- y marcadamente terrosos. En la boca se muestra potente y brioso; de entrada seca, paso recio y reminiscencias especiadas; con una acidez equilibrada, taninos bien compactos y larga persistencia. Desafortunadamente, debo decirles que esta primera cosecha ya está agotada en origen, aunque escrutando un poco las góndolas locales todavía puede aparecer alguna botellita. Hoy está a la venta la versión 2014, con un corte de uvas diferentes pero exactamente la misma calidad. ¡Un vino “de culto”, para atesorar en la cava personal!
Seclantás Adentro Tannat 2013 ($900): ¡Si los productos anteriores eran raros y escasos, que decir de este increíble Tannat vallisto del que únicamente se han hecho 600 botellas! Viene de una finca conocida como “La Encantada”, ubicada en el paraje Seclantás Adentro (entre Molinos y Cachi, a más de 2200 m.s.n.m.), donde sólo hay plantadas 2 ½ hectáreas de viñedo. El proyecto pertenece al matrimonio de Alicia Hasenbalg (psiquiatra argentina) y Ovidiu Carabianu (cardiólogo rumano), quienes están radicados desde hace varios años en Francia, pero vienen todos los años al país para la vendimia. La enología está en manos de Don Raúl Dávalos, uno de los mayores conocedores del terruño salteño. Las uvas son fermentadas con levaduras naturales, realizando bazuqueos intensos -bruscos movimientos de los hollejos sobre el mosto- para extraer al máximo las sustancias polifenólicas (color, estructura). Luego el vino nuevo se pasa a barricas de roble usado durante 7-8 meses, con el fin de atenuar un poco la “bravura” de sus taninos y de paso completar la fermentación maloláctica. Finalmente se embotella y descansa un par de años antes de salir a la venta. Yendo al vino en cuestión podemos decir que es profundo, concentrado y enjundioso, con una imborrable huella norteña. Su nariz atesora acopio de especias picantes -pimienta, paprika-, notas terrosas y levemente empireumáticas -caucho, brea-. Al probarlo se lo siente estructurado y poderoso, con su 15% de alcohol “bien al frente”, pleno de sabores maduros, con los taninos aún rugosos y un prolongado final de boca. ¡Un Tannat “de colección”!
Y ustedes, ¿conocen algún otro “tapado” de nuestra vitivinicultura?
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(*) Sommelier y docente – [email protected]