Cómo fue el Wine Tour de Colomé

Como ya es un clásico cada tercer jueves de mes, anoche participamos en el Wine Tour  del hotel Sheraton Córdoba. En esta oportunidad, la bodega anfitriona fue Colomé  (Hess Family Estates), quién presentó en exclusiva partidas limitadas de sus mejores vinos nacionales e importados.

La recepción comenzó pasadas las 21.30, con aperitivos en forma de “display de bocaditos varios”; un clásico del hotel donde la cocina brilla con sus inspiradas preparaciones en miniatura (muy gustosos el hummus de garbanzos y las tostadas con chorizo y salsa criolla). Para acompañar estos amouse-bouches se sirvió el Amalaya Blanco 2011, un vino aromático, fresco y liviano, donde el impetuoso carácter varietal del torrontés está muy bien apaciguado con un pequeño porcentaje de riesling. El vino acompañó amablemente los appetizer, permitiendo que los sabores y texturas de estos se mostraran en plenitud.

Ya sentados a la mesa, el primer paso del menú fue una “pasta casera líquida”; un plato muy llamativo (la pasta estaba cocida por fuera, pero al cortarla el relleno se mantenía líquido y apenas tibio), servido sobre una crema de hongos portobellos. Fue presentada con el Hess Family Sauvignon Blanc 2009 ($138); un blanco californiano blando y suave, de aromas tropicales y acidez atenuada, bastante distinto al estilo de los sauvignon a los que estamos acostumbrados por estas latitudes. Los sabores delicados del plato y el vino se respetaron mutuamente, dando lugar a una buena armonía.

La cena continuó luego con una “degustación criolla (empanada salteña, humita y pastel de novia)”; exquisito tríptico de especialidades de la gastronomía vernácula, donde destacaba la empanada bien jugosa (de carne cortada a cuchillo) y la dulce humita (apenas picante y con un dado de queso de cabra derretido en su interior). Para acompañar un plato de sabores tan típicos y definidos, se sirvió el Colomé Lote Especial Bonarda 2010 ($100); un tinto de altura concentrado e impetuoso, de aromas golosos (mermeladas, especias dulces, vainilla) y una boca en sintonía, voluminosa, de taninos moderados y buena persistencia. Un vino que hizo de excelente contrapunto a los nítidos sabores del plato. ¡Para mi gusto, el mejor vino de la noche!

El tercer plato fue una contundente “trilogía de carne argentina (cabrito, ternera y conejo) con vegetales ahumados y papines andinos”; una selección de insumos nacionales en diferentes preparaciones y generosas porciones, que terminó de redondear un menú criollo muy acertado. Para este plato -como era de esperarse por la presencia de carnes autóctonas- se ofreció el Colomé Lote Especial Malbec 2010 ($120); otro tinto de gran tipicidad varietal y regional, donde destacan los aromas a frutas maduras y ciertas notas minerales -combinados sabiamente con las finas notas de crianza en barricas-. En boca es un vino ágil y vivaz, intenso, de taninos aún algo apretados por su juventud pero de una persistencia notable. Otro gran acierto en el maridaje, dada la versatilidad del cepaje malbec para acompañar preparaciones en base a carnes.

Cerrando la comida, el postre fue una golosa “mousse de champagne con crema helada de chocolate blanco, crocante de moca y nuez”; dulzuras irresistibles y muy bien presentadas, digno colofón para una comida rotunda y generosa. Se sirvió aquí el Colomé Torrontés 2011 ($50), sin dudas uno de los mejores blancos nacionales de la variedad, que -lamentablemente- quedó algo opacado por la intensidad dulce del postre. 

La charla animada y las bromas siguieron en la sobremesa, acompañadas con buen café y petit fours de chocolate. No podían faltar -como siempre- los tradicionales sorteos, para que muchos invitados se fueran además con una botellita bajo el brazo.

Cuando el reloj marcaba una de la mañana, dejamos el hotel para volver a casa, ordenar los apuntes para armar esta nota e ir a descansar…  

¡Hasta el próximo Wine Tour, nos veremos en junio!  

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