Por Alejandro Maglione (*)
Como nunca
Realmente recorrer la Feria del Libro este año y ser amante de los libros relacionados con la enología y la gastronomía, era para terminar de recorrerla feliz y completamente mareado. Muchos stands tenían anaqueles repletos de propuestas de todo tipo y para todos los gustos. Claro que la inmensa mayoría se focalizaba en libros de recetas, en general desprovistos de originalidad. Salvo honrosas excepciones, pareciera que muchos de nuestros autores y autoras se han lanzado a aprovechar a como dé lugar la fama que les ha otorgado los 20′ de aparición esporádica en la caja boba. Lo que no está nada mal, si la fama viene ¿por qué no aprovecharla? Ahora lo que sí me hubiera gustado ver es algo de empeño por hacer algo distinto al siempre bien vendido libro de Doña Petrona.
Como si esto fuera poco, el fin de semana del 3 y 4 de mayo hubo una maratón de charlas y mesas redondas, bajo el paraguas llamado Milhojas,un inteligente título, que tuvo como curador al eficiente Joaquín Hidalgo, que, me consta, trabajó con su equipo como un beduino para coordinar todo este quehacer. Debo destacar que generosamente convocó a muchos de colegas de su generación para actuar como coordinadores puntuales de las mesas -y algún otro entrado en años como yo-.
Una de esas actividades fue una conversación que tuvimos con Annamaría Muchnik sobre Doña Petrona C. de Gandulfo. Annamaría fue durante muchos años que participó en la producción, conducción y todo lo que fuera necesario hacer, en ese programa icónico de nuestra televisión, que fuera Buenas Tardes Mucho Gusto, que tuviera como una de sus protagonistas principales a la querida cocinera santiagueña. La charla fue presenciada, y acotada, por numerosas contemporáneas de doña Petrona, lo cual la hizo aún más amable y llena de anécdotas interesantes.
Veamos, volviendo a los libros, a título de ejemplo, algunas publicaciones que escaparon a la tentación de los remanidos libros de recetas:
Quesos
Pablo Battro, de quien he hablando en varias oportunidades en este espacio, es un apasionado por todo lo que tiene que ver con la cultura quesera en todos y cada uno de sus aspectos. Hasta exagerando un poco, diría que es un militante del queso. Con un gran cuidado en la diagramación, y contenido para saborear de la primera a la última página, presentó Todo lo que siempre quiso saber sobre los Quesos, editado por Albatros.
Aun conociendo algo del tema, Battro aborda con tal naturalidad cada uno de los aspectos, que la lectura se hace fácil a la vez que sostiene el interés del lector, un punto en el que los que escribimos sobre estos asuntos solemos no tener en cuenta, al no recordar que nos estamos dirigiendo a todo tipo de lectores, no solo a los eruditos. Por eso, este libro arranca con la historia del queso, para advertirnos de alguna forma la importancia del tema de que se trata. Toca temas que van desde la elaboración, la leche para el queso, las familias de quesos, quesos con maduración secundaria, quesos cheddarizados, quesos de pasta hilada; dónde comprar; cuidar y conservar el queso; cómo cortar el queso; las tablas de queso; maridaje o armonía (aquí Pablo muestra que ha tenido varios asesores sobre el tema, si bien la impronta corresponde a Paula Mendez Carreras, gran cocinera de San Antonio de Areco).
Finalmente, todos estos puntos desarrollados amenamente se ordenan en un índice final para poder encontrar la información puntual sobre el tipo de queso que sea de nuestro interés. Seguramente al terminar de leerlo debe conservarlo a la mano, porque se trata de una obra de consulta, y seguramente el lector comprenderá el porqué de la justificada fama del autor como asesor en varios emprendimientos queseros del país y el exterior.
¡¿Otro sobre vinos?!
Confieso que fue mi primera reacción cuando me enteré que Fernanda Orellano presentaba La vuelta al mundo en 80 copas. Claro que a Fernanda la precedía la fama de ser la Directora Académica de la Escuela Argentina de Sommeliers, así que sabía de antemano que no se trataría de un libro «copy-paste» de los que abundan en el mercado especializado. Y vaya que me llevé una sorpresa mayúscula al leerlo.
No figura un responsable específico de la diagramación, si bien hay una Directora de Arte, Mª Laura Martínez, y una de diseño, Paula Álvarez, para felicitarlo por la diagramación que tiene una originalidad remarcable. Es práctico para leer y con un enfoque, desde el punto de vista de los contenidos, que me pareció sumamente ingenioso y nutritivo en conocimientos. No se detiene demasiado en la viticultura nacional, aunque hay una omnipresencia, porque al hablar de las distintas cepas, ilustra muy frecuentemente su comentario con una foto a página completa de un vino nacional, que me pareció una forma honesta de corresponder a quienes deben haber aportado para editar el libro.
Los capítulos se titulan mostrando sentido del humor: «Terminan las fiestas y empiezo la dieta»; «El picnic de la discordia»; «Mi suegro es un bonvivant; «Chicas, chicas, conocí el amor de mi vida»; «7 mujeres para cada hombre». El capítulo «Llegan parientes de Europa» lo orienta a los vinos y encabezados españoles. En cambio el «Aromas de domingo», está dedicado a las cepas italianas, así como a sus quesos y la famosa trufa blanca. A mí me hizo reflexionar esta opción, porque es verdad que cuando se recuerda la «mesa del domingo», se suele hablar más de los ravioles y el tuco de la abuela. A pesar de que en muchos domingos, en mi casa, se honraba al sagrado asado nacional, las pastas y los aromas del tuco, tenían un amplio espacio en la mesa dominical.
Quizás un ligero error involuntario, es cuando en la página 18 menciona a los pioneros de los vinos espumosos, y se olvida que en 1912 mi abuelo Francisco Maglione, fundó Bodegas & Viñedos Saint Rémy, que produjera por lustros el Duc de Saint Rémy.
Pero el acierto son los diálogos ficticios con que se inician los capítulos. La explicación de productos gastronómicos con buena armonía de la cepa que se comenta. El hablar de viñedos famosos del mundo entero de forma muy amena. Es decir, me gustó todo el libro de la primera a la última página, y me imagino que es un enfoque novedoso que hará que la gente se siga acercando al mundo del vino de manera más natural y sin necesidad de manejar previamente un vocabulario técnico que le permita entender lo que lee. Entonces: buen diseño+buen contenido+lenguaje llano al alcance de cualquiera que le interese el tema: ¿qué más se puede pedir? ¡Bien Fernanda!
Sí, otro sobre vinos
En este caso, Al Gran Pueblo Argentino Salud, de Felipe Pigna, editado por Planeta, hace un recorrido de la historia del vino en nuestro país, con una excelente información, resultado de haber accedido a la muy buena bibliografía que sobre el tema hay cada vez más en nuestro país. Pigna tiene, como la tuviera en su hora Félix Luna, esa pluma dócil para que los temas más áridos se puedan recorrer sin morir de aburrimiento.
Si tuviera que hacerle una crítica, la dirigiría al autor, que elige el camino de la inmensa mayoría de los historiadores nacionales, de contar los hechos de una forma de algo a muy sesgada. Dependiendo de la vereda desde la que ellos observan la realidad, así será lo que aparezca en sus escritos. Unos mostraran a Rosas como un demonio. Otros, se olvidarán de que sancionó a los mendocinos cuando osaron enfrentarlo, arrasando con sus incipientes viñedos, postergando por muchos años el desarrollo que comenzaba a tener esta industria en Cuyo. Por amar la historia, pero no ser historiador de ninguna manera, me imagino si la objetividad total es posible a la hora de investigar.
Pero, si uno es lector advertido y leído, soslaya esta descripción a veces emocional de la historia, y encuentra en el texto de Pigna un cuidado análisis de las distintas facetas por las que ha debido atravesar la bebida nacional, para llegar a estar en el lugar que ocupa hoy en la consideración de los mercados mundiales. Nuevamente, recomiendo la lectura de este texto, porque todo lo que permita aproximarse al conocimiento histórico amablemente, debe ser muy bienvenido. Es difícil planificar hacia dónde vamos, si no sabemos de dónde venimos, por eso la historia debe interesarnos a todos los que escribimos sobre temas específicos.
Conclusión
Desde el Milhojas, al crecimiento del tamaño de los anaqueles con libros dedicados a la gastronomía y la enología, me permiten soñar que, quizás algún día, hasta lleguemos a tener una exposición exclusivamente dedicada a este tipo de publicaciones. Público y clientes no le faltarán a las editoriales que se atrevan. Y Joaquín Hidalgo y sus sub 40, sospecho que están preparados para este desafío. Es cuestión de contar con el apoyo necesario.
(*) Nota de Alejandro Maglione para ConexiónBrando
[email protected] / @MaglioneSibaris