Por Alejandro Maglione (*)
Un festival pone en evidencia que el trabajo en conjunto de ambos países podría ser positivo para el desarrollo del turismo en la región.
La idea. Carlos Snaimon, barilochense por adopción, vive buscando formas de consolidar una afectuosa convivencia con los vecinos chilenos del otro lado de la cordillera, algo común entre muchos patagónicos. Lo que hizo fue sumar su esfuerzo al trabajo realizado más al sur del país, como es el caso de Lago Puelo, con la impronta de Mavi Jaichenco y Miguel Sosa: ellos utilizan la gastronomía como forma de profundizar la armonía y el intercambio entre ambas regiones patagónicas.
Lo positivo es que parece que a Chile también le interesa incrementar las buenas relaciones, algo que funciona de manera histórica y fluida en la región de Cuyo. Ese interés parece haberse extendido más al sur y ahora estas acciones son la prueba de que vamos hacia un mejor porvenir con nuestros vecinos de transcordilleranos.
El contingente de participantes fue nutrido y variopinto. Los países representados fueron Argentina, Uruguay, España, Costa Rica, Ecuador y Colombia, con la inclusión de un extenso listado de periodistas y cocineros. Participaron también muchos medios locales de la Patagonia.
ENBIGA. Significa Encuentro Bioceánico de Gastronomía. Snaimon lo imaginó realizando durante cuatro días un periplo que comenzó y terminó en Bariloche, y que pasó por San Martín de los Andes rumbo al Paso Hua Hum. Las aduanas fueron amables y pronto estuvimos en el ferry que cruza el lago Panguipulli hasta la localidad de Puerto Fuy. La embarcación, al igual que otra que abordamos, lucían impecables, como si hubieran sido pintadas el día anterior.
El cruce mostró contrastes: la aduana argentina da pena, y hasta la bandera que ondea es un trapo hecho de jirones. La chilena, impecable y con las banderas del país y la región, enormes. Desde Argentina se llega al paso fronterizo por una ruta de ripio con un mantenimiento defectuoso. Apenas se cruza a Chile, el recorrido se continúa por rutas pavimentadas y en buen estado.
Un festival pone en evidencia que el trabajo en conjunto de ambos países podría ser positivo para el desarrollo del turismo en la región.
Huilo Huilo. La primera parada fue en esta reserva natural de 100.000 hectáreas. En su interior tiene un complejo hotelero de estándares internacionales donde se encuentra el Nothofagus, una curiosa construcción vertical, parecida a un árbol habitable. Desde sus ventanales se puede admirar la espesura de la Selva Valdiviana que puebla esa región chilena. La cena de recepción en este hotel fue pantagruélica y comenzó por poner en práctica una de las ideas centrales de la movida: cocinaron juntos un cocinero argentino con uno chileno.
Panguipulli. Rumbo a esta ciudad hubo una parada en el Liceo People Help People, donde la recepción estuvo a cargo de más de medio centenar de estudiantes de gastronomía. El liceo está en el medio del campo, con la lejana vista del lago Panguipulli y allí los cocineros, que prepararon una comida con productos mayormente locales, expresaron gran curiosidad sobre lo que está pasando en la gastronomía «del otro lado». Ya se han resuelto la visita de estudiantes chilenos al sur de nuestro país.
Valdivia. Conocer esta ciudad es una experiencia relevante. Hay que recordar que un terremoto la sumergió literalmente bajo el agua. Y una parte de ella nunca volverá a la superficie. En la actualidad casi no quedan rastros de ese horror y se puede disfrutar a la perfección de la gastronomía de la región. El hotel Puerta del Sur tiene una ubicación privilegiada, con fantástica vista al río que lo cruza, afluente que va cambiando de nombre hasta salir al mar como río Valdivia.
En conclusión. Se trata de un esfuerzo que merece muchísmo apoyo, dando cuenta de los incuestionables resultados. Apoyo oficial y privado: ambas regiones patagónicas fronterizas tienen todo para ganar si pudieran trabajar de manera complementaria. El intercambio turístico local es interesante y solo puede crecer. El Chile que vimos no puede ser sólo considerado para hacer compras, sería injusto. Como en Argentina, los paisajes, paseos y gastronomías merecen ser conocidos, disfrutados y degustados con tiempo y pasión. El sentimiento de todos los participantes determinante: una página de la historia entre ambos países se ha dado vuelta y la enemistad debe quedar en el olvido. La nueva historia, la que ahora se escribe, comienza a ser más promisoria.
(*) Nota de Alejandro Maglione para ConexiónBrando
[email protected] / @MaglioneSibaris
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