Notas Vínicas: ¡Al gran Cabernet en su día, salud!

Por Valentina Livolsi (*)

Hoy, un repaso por la historia de “la Reina de las Tintas” que tanto nos gusta, sus características y bondades.

Historia de la Cabernet Sauvignon

Esta uva de gran popularidad en todo el mundo, tuvo su origen en la zona francesa de Burdeos, allá por el siglo XVII, como resultado del cruce de las cepas Sauvignon Blanc y Cabernet Franc. Por aquel entonces, su cultivo se consideraba una rareza.

Ya los romanos la consideraban ideal para suelos secos y vinos de crianza.
Dado su gran protagonismo en la elaboración de vinos que dio este varietal, su expansión al resto del mundo no tardó mucho tiempo. Debido a su adaptabilidad en diferentes climas y suelos, su estilo fue mutando, apropiándose de cada región y estilo de vinificación.

Esta vigorosa cepa también es conocida con otros nombres tales como Vidure, Bidure, Navarre, Carbouet o Burdeos. De cualquier manera, es de las más plantadas a nivel mundial y a todos encanta por sus deliciosos y particulares vinos resultantes.

Sus características: la planta

De racimos pequeños y enjutos, sus uvas son pequeñas y de un color azulado intenso y profundo. De piel espesa (que aporta marcados y elegantes taninos) y pulpa firme, de sabor astringente.

Es una uva resistente a vientos y plagas como la Botrytis, como así también a hongos que pueda tener la madera.

Respecto a los suelos, no requiere de condiciones especiales pero ojo a los terrenos con poco magnesio. Es sensible a enfermedades como la oidio y la mildiu (hongos que aparecen como un polvo blanco en las hojas).

Se adapta con facilidad a climas templados pero, por el contrario, la falta de sol puede afectarla y producir vinos muy herbáceos y ácidos. Cuando está madura sus vinos bien tánicos son ideales para el envejecimiento.
En Argentina, existen ya casi 15000 hectáreas de Cabernet Sauvignon, siendo este el tercer varietal más plantado en nuestro país.

Sus características: de cata, variables y maridajes

Según la madurez de la planta al ser cosechado, la elaboración y el tiempo de crianza, diferentes serán los resultados:

Vinos jóvenes: de intensa aromaticidad. Suele aparecer una sensación en boca más áspera, floral y con regustos herbáceos, abarcando sabores más silvestres. Mucha pirazina, pimiento verde, aceitunas.

Vinos más “envejecidos”: al cosechar la uva con mayor madurez, los sabores se tornarán más dulzones, apareciendo así notas que recuerdan a la mermelada, al pimiento asado, grosellas e higos pasas y diferentes especias.

Los mejores Cabernet reclaman madera. El paso que mejor les sienta va de 18 a 24 meses de barrica. Por otro lado, la madurez del vino en estiba resalta todas sus cualidades: gran estructura, volumen de alcohol equilibrado, aromáticos y finos taninos y una inconfundible sensualidad en boca.

Pero.. ¿Por qué se celebra el día de la Cabernet Sauvignon?

En el año 2010 Rick Bakas, experto en vinos del Norte de California decidió impulsar la creación del festejo en honor al varietal con el objetivo de impulsar sus ventas. En principio hubo dos opciones de fecha: por un lado el 24 de mayo, día en que se llevó a cabo el famoso “Juicio de ParÍs” en el que Steven Spurrier -revista Decanter- puso en duda a los vinos franceses con una cata a ciegas de vinos californianos (que luego se desestimó por, digamos, tumultos internos) y el jueves anterior al Labor Day (Día del Trabajo en los Estados Unidos) cuya fecha tampoco es fija. Esta festividad tiene lugar el primer lunes de septiembre de cada año.

Si bien a nivel mundial esta fecha va variando entre el 30 de Agosto y 3 de septiembre, no dejemos de brindar por esta cepa elegante y poderosa que sin importar el punto cardinal donde se coseche, dará vinos fantásticos.

Mi elegido para este martes de festejo: Terrazas de los Andes Cabernet Sauvignon High Altitude Vineyards 2018.

Sus uvas provienen de viñedos propios ubicados en Perdriel, como así también las IG de Valle de Uco como Altamira, Eugenio Bustos y Chacayes. Todos ellos, se encuentran en un rango de altitudes entre los 1000 y 1200 msnm.

Cosechadas en su madurez justa, maceran por separado manteniendo las características de su origen, persiguiendo el mejor balance entre madurez tánica y acidez.

Por un lado, la mayor parte de este vino pasa un año en barricas de roble francés buscando complejidad y elegancia, mientras que el resto del vino continúa en tanques de acero inoxidable para mantener viva la fruta y la frescura varietal. Antes de salir al mercado, pasa unos seis meses de estiba en botella para que alcance la plenitud de su expresión.

En este caso, un tintazo intenso y complejo, en que se encuentran notas de frutos rojos tales como guindas y frambuesas junto a la pimienta blanca. Algo de mermelada y fruta pasa, también. Sutiles y elegantes notas a vainilla y caramelo que aporta su paso por roble, que amalgaman perfectamente con lo percibido anteriormente. En boca se expresa maduro, pesado, sedoso y de largo final.

(*) Sommelier

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