Un Wine Tour nunca visto

(*) Por Roberto Colmenarejo

Hace algunas semanas -y por gentileza de Nicolás Costantini, director de Alimentos & Bebidas del Hotel Sheraton Córdoba, pude participar de un Wine Tour diferente.

Lamentablemente -por temas laborales y algunos viajes- se demoró la publicación de esta nota, pero no quería dejar de hacer una reseña pues fue un evento muy interesante.

En esta oportunidad no hubo bodega anfitriona para la reunión, si no que el hotel sirvió vinos de su propia cava. Los mismos se presentaron a etiqueta tapada, así que fue una degustación absolutamente “a ciegas”. Era la primera vez -en casi una década de este tradicional evento cordobés- que los vinos se servían de esta manera; así que se generó una actividad lúdica y muy placentera, que disfrutamos la mayoría de los invitados.    

La recepción comenzó pasadas las 21,30 hs, con aperitivos en forma de “delicatessen de frío y calentito”; un clásico del hotel donde la cocina comandada por Luis Salguero brilla con sus inspiradas preparaciones en miniatura (muy gustosos los paquetitos de queso y masa crocante). Para acompañar estos amouse-bouches se ofreció un espumoso de aromática frutal, elegante, fresco y de buena burbuja (que no supimos que era hasta casi el final del evento). El vino acompañó amablemente los appetizer, permitiendo que los sabores y texturas de estos se mostraran en plenitud.

Ya sentados a la mesa, el primer paso del menú fue un “cebiche de lenguado sobre sopa fría de melón”; un plato original y muy refrescante, que combinó de maravillas el toque apenas picante del cebiche con la dulzura del melón. Fue presentado con un vino blanco bastante complejo, de nariz floral-frutal y boca plena (que por supuesto no nos dijeron que era, aunque algunos pudimos intuirlo por su perfil organoléptico). Los sabores moderados del plato y el vino se respetaron mutuamente, dando lugar a una notable armonía.

La cena continuó luego con unas “láminas de salmón ahumado sobre pickles de hinojo”. Para acompañar este plato de sabores definidos, se sirvió un tinto de buena estructura y complejidad, con la madera presente pero muy bien integrada (tampoco nos informaron de que se trataba, y debo reconocer que fue el vino más difícil de identificar de la noche). Si bien tanto el vino como el plato eran realmente muy buenos, la intensidad del primero opacó un poco las sutilezas del segundo.

El tercer paso fue un contundente “lomito vacuno con pastel de papas aromatizadas con ragout de hongos shitake y portobellos”; una sabrosa presentación para un plato con fuerte acento en lo nacional. Para esta preparación -como era de esperarse por la presencia de carnes- se ofreció un tinto evolucionado pero potente; de gran tipicidad varietal, donde destacaban los aromas de frutas negras, especias picantes y notas terrosas -combinados sabiamente con las finas notas de crianza en barricas- (de más está decir que no nos enteramos que era, aunque era bastante evidente de que se trataba por su perfil sensorial). Este sí que fue un genial acierto en el maridaje, dada la versatilidad de nuestros tintos para acompañar preparaciones en base a carnes rojas. ¡Riquísimo!

Cerrando la comida, el postre fue un goloso “óvalo de chocolate semi-amargo y avellanas sobre crocante de cereal”; dulzura irresistible y muy bien presentada, digno colofón para una comida de gran calidad. Se sirvió aquí un espumoso simple, blando y  liviano, que quedo algo deslucido frente a la intensidad dulce del postre.  

Junto con el postre llegó la hora de revelar la identidad de los vinos ofrecidos, cosa que todos esperábamos pues las discusiones en las mesas habían sido muy divertidas. Los vinos que se ofrecieron fueron:

– Recepción: Finca La Linda Extra Brut ($50). ¡Destacada relación precio-calidad!
– Primer tiempo: Alma Negra Viognier 2009 ($100). ¡Un blanco de gran complejidad!
– Segundo tiempo: Laborum Tannat 2009 ($130). ¡Sorprendente tinto salteño!
– Tercer Tiempo: Fond de Cave Gran Rsva. Cab. Sauvignon 2005 ($180). ¡Gran Vino!   
– Cuarto Tiempo: Las Moras Extra Brut ($45). ¡Agradable y fácil de tomar!

La charla animada y las bromas siguieron en la sobremesa, acompañadas con buen café y petit fours de chocolate. No podían faltar -como siempre- los tradicionales sorteos, para que muchos invitados se fueran además con una botellita bajo el brazo (me incluyo esta vez entre los afortunados).

Cuando el reloj marcaba una de la mañana, dejamos el hotel para volver a casa, pues al otro día salíamos muy temprano de viaje y había que descansar…  

¡Hasta el próximo Wine Tour! ¡Nos vemos el 25/10 con los vinos de Ernesto Catena!   
 

(*) Sommelier y docente – [email protected]

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