Vino nochero en Lo de Villalpando

(*) Por Roberto Colmenarejo

El jueves a la noche estuvimos en la primera de las cenas de Cocina Salteña y Vinos en el Restaurante Lo de Villalpando de Barrio General Paz (25 de Mayo 1186). En esta oportunidad, las bodegas Amalaya y Colomé (Hess Family) acompañaron los exquisitos platos regionales del lugar.

El evento comenzó pasadas las 22 horas. Gustavo Villalpando, alma mater del lugar y gran anfitrión, nos recibió cálidamente y nos invitó a sentarnos en una mesa con alguno de sus amigos. Inmediatamente se presentó la joven sommelier de la bodega, Mariana Bressan, quien con sobriedad y eficiencia nos contaría las virtudes de cada vino a degustar y mantendría nuestras copas llenas durante toda la noche.

A pocos minutos de acomodarnos en la mesa, nos trajeron las ya clásicas -y riquísimas- empanadas de queso de cabra y de carne cortada a cuchillo. Con este plato llegó el primero de los vinos, Colomé Torrontés 2011. Un vino blanco que me encanta, de excelente tipicidad varietal y gran fidelidad al terruño salteño. Esta cosecha recién sale al mercado, así que brilla con los perfumes de su juventud (jazmines, rosas, uvas frescas). ¡Exquisito! El maridaje fue perfecto, pues los acuerdos regionales siempre funcionan.

Apenas terminada esta entrada, llegó el plato fuerte de la noche: un cabrito al horno perfectamente cocinado y muy bien sazonado, acompañado de papas asadas y habas a la crema. El vino que acompañó el principal fue el Colomé Estate Malbec 2009. Este producto es uno de los emblemas de la bodega, y quizás uno de los mejores malbec de altura del país. En nariz tiene todo el perfil de un tinto salteño (fruta madura, especias, algo terroso y algunas notitas vegetales), que se repite en la boca con buena estructura y potencia. Lo habíamos probado a principio de año y nos había parecido que aún le faltaba botella, pero en está oportunidad el vino se comportó mucho más armónico y combinó agradablemente con el suculento cabrito. Vale decir que tuvimos que repetir este plato, pues estaba riquísimo.

Para cerrar, llegó el plato de postre con quesillo salteño, cuaresmillo, dulce de cayote y nueces. Aquí se sirvió el Amalaya Gran Corte 2009, un novel vino de la bodega que me parece “dará de que hablar”. Este blend tinto es potente pero sumamente elegante, combinando marcadas notas de crianza en barricas (vainilla, manteca, ahumados) con un paso por boca sabroso y de volumen medio. Está listo para tomarse ya, pero puede esperárselo un añito en la botella para que se amalgame aun más. Si bien el vino me gustó, creo que fue demasiado para los dulces, que se vieron algo opacados.

Una vez finalizada la cena, Gustavo Villalpando y algunos de sus amigos  improvisaron -apenas con una guitarra y un bombo- una pequeña peña salteña y deleitaron a todos los presentes con un amplio repertorio del folklore norteño. Allí descubrimos que Gustavo no sólo cocina muy bien, si no que también es un eximio cantor y guitarrista. Entre zambas y chacareras se nos pasó volando el tiempo.

Luego de disfrutar un rato de muy buena música, y ya pasada la una de la madrugada, nos retiramos del lugar. Lo último que nos contó Gustavo al despedirnos fue que piensa repetir estas juntadas cada 15 días hasta fin de año, presentando siempre diferentes bodegas del Norte argentino.

Salimos del restaurante satisfechos y tarareando esa zamba que dice: “¡Toda Salta de fiesta, quién pudiera volver!”. La verdad es que después de haber pasado esta gran noche, nos lo prometimos… ¡Volveremos!

(*)Sommelier y docente – [email protected]

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